• Secretly a mirror.

    Marta Cruz.

La obra de Marta es una puerta-espejo que ella usa para buscar a una niña que se ríe del fin del mundo.

Niña, que con sus manos recoge los trozos pequeñitos, y grandes (y medianos) de un espejo roto. Y sus dedos se derriten para que los bordes se cubran de sucarne fundida como cera o mantequilla, para que dejen de ser peligrosos y ya no corten. Y la niña no pretende juntar los trozos, sino seguir rompiéndolos. Mientras más espejos, más sitios tendrá para refugiarse.

Estas imágenes son y enseñan piezas de un secreto o rompecabezas, que sólo pueden canalizar los ojos de Marta, la lente mojada de su saliva, y detrás del objetivo, las pestañas empapadas de leche de cabra montesa, y la savia de un árbol viejo por legañas.

Ya falta poco.

Nana Ortega Orozco.

«Secretly a Mirror» es una propuesta fotográfica donde se juega con la ensoñación y la magia que se esconde tras la imagen que sale de los impulsos, que sale de cierta intuición canalizadora.
A veces hay personas, o mas bien cuerpos porque siempre hay soledad en estas imágenes. Dentro de esta soledad también se esconde un misterio, nos da la sensación de que se nos escapa algo mirándolas.
La obra hace alusión a las imágenes en las que al espectador se le mueve algo por dentro, ya sea emocional o mental haciéndole pensar. Pero éste se proyecta aquí. Las fotografías son espejos, como las personas, somos espejos en los que nos miramos una y otra vez.
En estas fotos hay algo que nos concierne a todos, algo visionario como es la soledad, la separación y el desapego que sufrimos cada vez más. Por eso desaparecen los rostros y por eso se tapian los edificios. Porque ya no vemos, ya no oímos. Y porque las caras en los sueños nunca son claras y van cambiando. Y cuando miras un edificio, este va a transformarse de forma que sea un edificio pero también otra cosa más misteriosa.

La exposición «Secretly a mirror», de Marta Cruz forma parte del programa Circuitos’22 organizado por la Facultad de Bellas Artes de Granada.