La danza nace como forma de expresión corporal, para comunicarse con las personas, como la escritura, la música o demás artes. Al principio de los tiempos bastaba con los latidos del corazón para marcar el ritmo, y eso se ha mantenido hasta nuestros días: intentar bailar sin corazón es como bailar sin usar nuestro cuerpo. El bailarín expresa sentimientos, emociones, se muestra desnudo frente a los espectadores tratando de transmitir sin palabras toda una historia. Es un lenguaje universal que conecta a personas, un lenguaje universal que no entiende de idiomas.

Este proyecto fotográfico narra el camino de un bailarín desde antes de su primer contacto con la danza hasta que la interioriza para transmitir emociones.